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Livorno - Guía de Toscana

Hoy posiblemente Livorno mira con despecho a Pisa, la República marítima que le hacía sombra como un hermano mayor.

El Livorno de hoy poco se parece al de hace mil años cuando apenas era un pueblo pesquero que actuaba de retén defensivo de una Pisa que dominaba el territorio, ni al Livorno de antes de la segunda guerra mundial, cuyos bombardeos de los Aliados barrió prácticamente todo edificio relevante. Pero Livorno, como Messina la ciudad del estrecho de Sicilia que fue sepultada por un maremoto, supo volver a poner piedra sobre piedra y generarse nuevas oportunidades económicas. Ahora es el puerto más importante de la Toscana, con cruceros que llegan aquí para visitar las joyas de la región, y ferries que van hasta las islas de Elba o Sicilia y Cerdeña con el coche en las tripas del barco.

Muchas guías denominan a Livorno como una ciudad menor, poco interesante y que no merece la pena visitar, quedando relejada de las rutas e itinerarios principales de Toscana. Sin embargo, si contamos con algo más de una semana conocer Toscana, la recurrentemente llamada “pequeña Venecia” por sus canales, merece incluirse en la ruta.

El Renacimiento no pasó de largo por Livorno, dejando una huella urbanística loable, especialmente con la distribución de canales que conectaban toda la ciudad, y que por similitud hace recordad a la Gran Venecia, con un sistema para navegar desde el puerto hasta el centro de la ciudad y llegar a las puertas de palacios y almacenes donde los mercaderes guardaban sus bienes con los que comerciaban. No hay que olvidar que durante siglos la política económica de Livorno con exenciones fiscales, libertad de residencia e inmunidad, recibió con las manos abiertas a comunidades perseguidas en otros lugares de Europa como los judíos llegados de la península ibérica, griegos huidos de las invasiones desde Turquía, árabes, católicos ingleses….En fin, un tejido social muy productivo que encontró en Livorno un lugar donde desarrollar sus actividades económicas.

Los Medici supieron aprovechar el contexto y Cosimo I promovió la creación de un recinto de murallas con forma pentagonal que el arquitecto Buontalenti ejecutó. Parte del baluarte defensivo lo componía el puerto, donde la Fortezza Vecchia ejercía de garante del funcionamiento de las actividades comerciales. Mientras, en el interior de la ciudad, la catedral y la Fortaleza Nueva hacían de nuevos polos del entramado de la ciudad.

Se antojaba un planteamiento de ordenación urbana y fruto de ello la ciudad se expandió a finales del XVII, gracias a la llamada Venezia Nuova, con áreas abiertas y parques donde se ubicaban los centros culturales y museos (Piazza della Repubblica y Piazza Cavour), y por supuesto las residencias más regias. Durante el siglo XIX y XX la arquitectura estilo Liberty sembró de belleza muchos edificios de la ciudad.

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